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Carta abierta

Ante las reiteradas violencias contra el estudiantado de la UCE

#YoSíTeCreoCristina

 

Coalición interuniversiaria contra el Acoso Sexual, Ecuador

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Emitimos esta carta desde la Coalición Interuniversitaria contra el Acoso Sexual, colectivo que reúne a estudiantes, docentes y trabajadorxs de ocho universidades del país, para denunciar las formas que va adoptando la violencia machista en el sistema educativo y cómo su propósito es silenciar y aleccionar a quienes se atreven a denunciarla. Constatamos que las estudiantes que denuncian acoso sexual vuelven a vivir violencia en las cátedras de otros profesores que se encargan de castigarlas, disciplinarlas y estigmatizarlas. Este es el caso de Roberto Calle, docente de la Facultad de Artes Plásticas de la Universidad Central del Ecuador, quien desde octubre de este año ha ejercido hostigamiento sistemático sobre Cristina Alvarez Vivar, estudiante de octavo semestre de Artes Plásticas de la UCE y alumna en la materia de grabado, que el profesor Calle imparte.

 

     Recordemos que Cristina denunció hace ya varios meses ante las autoridades de la UCE, el sistema judicial del Ecuador, los medios y la comunidad educativa, haber sufrido acoso sexual por parte del profesor de grabado de la UCE, Hernán Cueva. A pesar de haber cumplido con todos los procedimientos, el proceso llevado adelante por Cristina, y respaldado por la Coalición, así como por un grupo de abogadxs competentes y comprometidxs, ha significado la revictimización, el escrutinio sobre su vida personal, e inclusive el lamentable rumor de que detrás de Cristina, existen oscuros intereses, acusación que solo tiene como propósito difamarla y deslegitimar su denuncia.

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     De varias maneras, Cristina ha buscado regresar a la vida estudiantil, cumpliendo con las materias y los créditos que requiere para graduarse, y demostrando que, además de ser una estudiante de excelencia, es una guerrera. Sin embargo, vuelve a atravesar por formas sistemáticas de violencia ejercida por un docente en un aula de la universidad Central del Ecuador. La agresividad del profesor Calle con Cristina, su persistente humillación pública, sus ideas poco democráticas, la deslegitimación de Cristina y de sus capacidades profesionales, se suman a lo que en palabras propias del docente, es una “defensa de sus amigos”. Cansada y en ejercicio de sus plenos derechos, Cristina Álvarez denunció administrativamente el comportamiento del docente Calle, tipificado como mobbing, una práctica sistemática de ejercicio de violencia de “baja intensidad” que busca anular al otro, en este caso a Cristina, instalar culpa, inseguridad e intimidación y que además constituye un mensaje para el resto de alumnos y alumnas, para que no solo no denuncien el abuso, si no para que levanten una aversión contra Cristina, representándola como alguien agresiva, no normal y que debe ser aislada. La denuncia presentada por Cristina tuvo acogida, y ella pudo tomar la misma clase con distinto docente.

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     Sin embargo, a lo largo de estos meses hemos presenciado atónitxs cómo la cadena de violencias que se ejercen están diseñadas para que el sistema educativo mantenga un status quo sostenidos por pactos de impunidad y silencio y que perpetúa abusos, violaciones de derechos y poder en las instituciones. Son fundamentalmente las estudiantes mujeres quienes padecen estas formas sistemáticas de violencias. Además de sacar enormes fuerzas para realizar una denuncia formal, con pruebas, testimonios, las estudiantes que dejan el silencio y se atreven a denunciar que han sido acosadas o abusadas sexualmente por parte de docentes pasan por dinámicas de revictimización promovidas por las mismas autoridades universitarias, que las obligan a contar una y mil veces su historia;  o viven bajo la sospecha instaurada sobre su palabra y su condición emocional y psicológica; o ven cómo, a pesar de su destitución, los profesores acusados siguen haciendo vida en el espacio universitario, mientras ellas deben vivir con la estigma de haber levantado la voz.

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     Constatamos indignadxs que la cadena de violencia persiste y la ejerce un docente sobre una estudiante que decidió denunciar acoso sexual. Si un docente ha sido acusado y destituido por ejercer violencia sexual contra una estudiante, ¿es tarea de otro docente emprender una cruzada de amedrentamiento contra quien denuncia? ¿A qué amigos defiende el profesor Calle? ¿Cómo es posible que frente a una estudiante que ha sufrido violencia, se mantenga este pacto de impunidad y castigo? ¿Es este el tipo de educación autoritaria que se promueve? ¿Es silencio, miedo, subordinación lo que se enseña? ¿Queremos estudiantes calladxs, amedentradxs, que no sepan distinguir justicia y pensamiento crítico de abuso de poder y violencia?

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     Rechazamos enfáticamente que la respuesta de los docentes frente a denuncias de abuso y violencia sexual signifique mayor violencia, mayor hostigamiento, mayor humillación contra lxs estudiantes, así como el hecho de poner un sistema gremial a favor de la violencia, ejercida en forma de abuso de poder desde la cátedra. En esta coyuntura de transiciones, exigimos que las autoridades de la UCE establezcan una postura clara sobre este nuevo caso de violencia en un aula, así como la elaboración colectiva y participativa de lo que implica la reparación en casos de acoso y violencia sexual en las aulas.

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     De igual manera, anunciamos que estamos pendientes de las acciones y posturas que la UCE y otras instituciones de educación superior del país tomen frente al acoso y la violencia en las aulas. Asimismo, estamos vigilantes del seguimiento que se está haciendo a los casos ya denunciados y sancionados para que se garantice la reparación integral, siempre abogando por una educación libre, segura y digna para todxs.

 

Quito, 12 de diciembre de 2018

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